¿Cuándo?

La predicción de terremotos es uno de los mayores retos de la sismología como ciencia. Es prácticamente imposible poder predecir el día exacto de ocurrencia de un terremoto fuerte. Para ello se establece conceptos como predicción a corto, mediano y largo plazo. Por ejemplo una predicción a largo plazo es altamente efectiva cuando se dice que en los próximos 5 años existe una probabilidad de un 99% para que ocurra un terremoto de magnitud superior a 7 en una zona determinada.  Esto se determina conociendo el régimen sísmico y el ritmo de deformación que tiene una falla en el tiempo. Recordemos que la deformación en las fallas geológicas activas es constante debido al movimiento de las placas tectónicas y que un terremoto no es más que la liberación o acomodo de dicha deformación. En este sentido, con el empleo de mediciones geodésicas de posicionamiento global podemos determinar a qué ritmo se deforma una falla determinada.

Por ejemplo si en una zona se conoce que el último terremoto fuerte ocurrió hace 100 años y que la falla que generó dicho terremoto se deforma a un ritmo de 1 cm por año, entonces por un simple cálculo se puede estimar cuanta deformación se ha acumulado hasta la actualidad. En este ejemplo podemos decir que dicha falla tectónica tiene una deformación acumulada de 1 metro, lo cual es suficiente para generar un terremoto superior a 7 de magnitud. Las fallas tectónicas que tienen evidencia de terremotos fuertes en el pasado se puede afirmar con toda certeza que en el futuro van a generar un terremoto fuerte. La gran incógnita es determinar en qué momento será dicho terremoto.

El pronostico o predicción de  terremoto se establece en términos probabilístico y se basa en el estudio de determinados factores naturales conocidos como precursores de terremotos. Estos precursores se evidencian cuando la preparación del terremoto fuerte está en su etapa final. Por ejemplo el aumento del número de eventos sísmicos en un periodo corto de tiempo o enjambres sísmicos son considerados anomalías que pudieran indicar la proximidad de un fuerte terremoto. En ocasiones la existencia de varios terremotos perceptibles por la población durante pocas horas o días en una zona donde se registran como media 15 o 20 terremotos perceptibles al año es considerada una anomalía sísmica, que de ocurrir el terremoto fuerte entonces a estos previos sismos se le denominarían premonitores. Por consiguiente, predicciones a corto plazo pueden realizarse cuando se detecta una anomalía sísmica. Entonces podemos decir que la probabilidad de ocurrir un terremoto fuerte en las próximas horas o días aumentará considerablemente con relación al pasado. Existen otros precursores sísmicos como por ejemplo el aumento del nivel del manto freático no asociado a las lluvias, la emisión de gas radón, alteraciones en el campo electromagnético, variaciones en las velocidades de las ondas sísmicas, entre otros. También existen factores considerados catalizadores que pueden acelerar en el tiempo la ocurrencia de un terremoto fuerte destinado a ocurrir con toda certeza en el futuro. Para que se pueda entender este concepto digamos que la fruta madura de un árbol se caerá por su propio peso en algún momento en el futuro, pero si sacudimos el árbol podemos adelantar ese evento en el tiempo. Este mismo concepto es aplicable a la ocurrencia de terremotos. Los terremotos ocurren por el constante movimiento de las placas tectónicas, pero la influencia de algunos factores lo puede adelantar en el tiempo. Por ejemplo al ocurrir un terremoto fuerte se perturba las áreas aledañas con la transferencia de tensiones, por lo que podemos decir que la probabilidad de ocurrencia de un terremoto fuerte en las zonas vecinas aumentará con relación al pasado. En resumen por lo general se conoce dónde y de que rango de magnitud será el próximo terremoto fuerte, pero el gran reto es saber cuándo.