Frecuentemente al reportarse un sismo perceptible las personas dicen que sintieron dos temblores separados por pocos segundos, pero lo que sucede en realidad es que ambos temblores pertenecen a un solo terremoto. Esto se debe a que los sismos generan dos trenes de ondas que viajan a diferentes velocidades. Las ondas primarias (ondas P), llamadas ondas longitudinales, viajan a un promedio aproximado de 6.5 km/s, mientras que las ondas transversales (ondas S) viajan aproximadamente a 3.7 km/s. Por lo general, en dependencia de la distancia que se encuentra el observador y la magnitud del sismo se pueden sentir dos sacudidas. La primera sacudida, en forma trepidante o de cabalgadura, son ondas P y la segunda sacudida, un poco más intensa, son ondas S. Muchas veces las ondas P son imperceptibles debido a que el terremoto es muy débil o se encuentra muy lejos del observador.
La forma en que las personas sienten la sacudida le puede informar cuán fuerte y cuán lejos se encuentra localizado el epicentro. Por ejemplo, si un observador siente que predomina una sacudida de cabalgadura entonces el terremoto está ubicado relativamente cerca, a menos de 50 km de dicho observador. Por el contrario, si la persona siente un movimiento de balanceo, donde las cosas colgantes oscilan a baja frecuencia, entonces el epicentro se encuentra a más de 100 km del observador. Mientras más lento o de baja frecuencia sea la oscilación del suelo, más lejos se encuentra ubicado el epicentro del observador, pero también estas oscilaciones tuvieron que ser generada por un terremoto fuerte. Esto se debe a que las ondas sísmicas de alta frecuencia se atenúan muy rápido con la distancia, mientras que las de baja frecuencia sufren menos atenuación y por consiguiente llegan más lejos.
Con relación a la magnitud del sismo es obvio que mientras más fuerte sea la sacudida y mientras más dure en el tiempo, más grande será la magnitud del terremoto. La duración de la sacudida depende principalmente de la magnitud, pero también influye la distancia del epicentro al observador. El terremoto de magnitud 7.7 del 28 de enero de 2020 generó una percepción de sacudida que se extendió por más de 1 minuto de duración en algunas regiones de Cuba. Por ejemplo, los pobladores de Cabo Cruz, los más cercanos al epicentro, debieron sentir una sacudida más fuerte, pero de menor duración que los pobladores de la Isla de la Juventud, ya que estos últimos se encontraban más lejos del epicentro. Otro aspecto importante es que cuando el epicentro se encuentra lejos del observador (a más de 100 km) la sacudida es más intensa en los pisos altos de las edificaciones; pero este tema se explicará en el próximo artículo: «Las edificaciones y los terremotos«
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